Dibujar siempre (La meta es el origen)
100 años de Linda Kohen
La presente exposición repasa la trayectoria artística de Linda Kohen (Milán, 1924) a través de sus dibujos. Dibujar ha sido para ella un modo de pensar y de sopesar la vida: la suya y la de los otros, incluidos los seres queridos pero también los extraños, la masa anónima, los animales y su entorno natural.
Si pudiéramos aventurar una explicación biologicista diríamos que su obra desarrolla una filogenética,* en tanto que Linda pertenece a una “especie” de artista que evoluciona en el dominio gráfico, de la línea y el trazo, más que en otros elementos compositivos como el color, el plano o la expresión plástica del motivo.
En segundo lugar, proponemos una hipótesis ontogenética (del griego “onto”, ser, y “génesis”, origen) por la cual intuimos que en sus primeros dibujos ya se encuentran como encapsulados todos los temas y obsesiones que germinarán en el transcurso de los años.
Asoman en estos tempranos estudios de la década del cuarenta, apenas esbozadas o ya notorias, sus series más conocidas: “Las soledades”, “Las horas”, “Madre”, “La casa”, “La mesa”, etcétera. En cierta forma, se puede afirmar que la meta creativa hacia la que avanza Linda está en el origen mismo de su concepción artística.
Finalmente, destinaremos un capítulo aparte a sus últimos trabajos referidos a la pandemia. En ellos retornan las grandes interrogantes filosóficas que jalonan su obra: la comunicación con los otros o su imposibilidad, el puente de los afectos, el temor ante la muerte, la amenaza del dolor, la soledad, la orfandad última del ser humano. Cada vez más el dibujo tiende a la síntesis formal, los detalles se desvanecen, los contornos se difuminan. Linda dibuja y mientras dibuja va trazando un mapa de ideas y sentimientos por el que discurrimos, observando, entre maravillados y perplejos.
Pablo Thiago Rocca